La siguiente entrevista de Luis Vinalopo al investigador y escritor Juan Miguel de Mora a propósito del libro El gatuperio, fue publicada originalmente en Cambio 16, el 20 de septiembre de 1993. Se recogió, junto con otros textos polémicos de De Mora, en la segunda parte del libro Juan Miguel de Mora, un polígrafo mexicano, de Juan Antonio Rosado.

Entrevista con Juan Miguel de Mora a propósito de El gatuperio

Para el escritor azteca Juan Miguel de Mora, México no sucumbió ante España porque aún no existía como Estado y la hispanofobia fue alentada por EEUU.

Luis Vinalopo, Ciudad de México

Pocos hombres en México han dado la cara tantas veces como Juan Miguel de Mora. Periodista en sus orígenes, ha retado al poder establecido sin descanso. Con 72 libros a sus espaldas, De Mora sigue criticando el autoritarismo, tenga los apellidos que tenga. El recuento de las tropelías cometidas en México desde 1968 le costó el destierro en su propio país. Durante más de veinte años, De Mora desapareció oficialmente de los escenarios. Pero siguió publicando. Y sus libros se vendieron. Sobre todo aquellos en los que descubría los agujeros negros del sistema: En el santo nombre de PRI (1980), ¡No! Señor Presidente (1983), Ni renovación ni moral (1985) y Elecciones en México (1988).

Hombre polifacético, hace compatibles sus estudios sobre la India con su labor en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Acaba de publicar Gatuperio, un nuevo bombazo editorial con el que Juan Miguel de Mora busca desmitificar la historia de México, y que arroja resultados sorprendentes. Entre ellos, que la hispanofobia mexicana ha sido alimentada e incluso subvencionada por Estados Unidos. Armado de citas y alusiones bibliográficas, De Mora avanza en el subtítulo del libro su contenido: «Omisiones, mitos y mentiras de la historia oficial». El autor también está a punto de publicar El yelmo de Mambrino, una novela sobre la guerra civil española en la que, como él mismo dice, cuenta «las duras y las maduras, tanto de los republicanos como de los llamados nacionales».

P. ¿Qué se propone con la publicación de Gatuperio?

R. Poner las cosas en su lugar. Es un libro que ha necesitado una experiencia vital de muchos años. En el caso concreto de la hispanofobia, que ahora se ha suavizado bastante, y como hijo de españoles que soy, he sentido en carne propia la marginación. Por eso, la hispanofobia ocupa un capítulo fundamental en mi libro, junto a otras páginas en las que trato de deshacer varios entuertos históricos, la mayoría de ellos intencionados.

P. ¿La marginación histórica en México sólo afecta a los españoles?

R. No, aunque por su número han sido los más vapuleados. Cuando empecé a investigar me di cuenta de que varios extranjeros que defendieron a capa y espada los intereses de México habían sido excluidos de la historia oficial. Existe una manipulación que en el caso de la hispanofobia es notoria y que incluso ha sido ya denunciada por historiadores mexicanos como Luis González y González. Yo considero que no tiene razón de ser. En países como Perú no existe ese odio hacia el español, a pesar de que Pizarro fue mucho más despiadado que Cortés.

P. ¿Cuál es el origen de esta manipulación histórica?

R. Después de investigar, llegué a la conclusión de que no se justifica, tras casi doscientos años de independencia, que se siga observando a los españoles como conquistadores. Y esta manipulación cuenta con partida de nacimiento en Estados Unidos. Desde el presidente Thomas Jefferson, que consideraba a España como «el enemigo natural» de su país, hasta el embajador Dwight W. Morrow, quien pagó al pintor Diego Rivera para que pintara varios de los frescos más antiespañoles que existen en este país y que engalanan Cuernavaca. Cabría citar también al embajador Joel Roberts Poinsett, quien llegó a México en 1822 y se dedicó en cuerpo y alma a fomentar la hispanofobia que, más tarde, a través del Partido Liberal, heredarían todos los gobiernos mexicanos, incluidos los que llegaron al poder después de la revolución.

P. ¿Eso significa que el gobernante, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) también fomentó la hispanofobia?

R. La hispanofobia ya era evidente a principios de siglo. Pero en la época de la revolución se convierte en bandera política. También la xenofobia, hasta el punto de que a finales de la década de los 20 se crean en el país comités antichinos y antijudíos. A partir de ahí los gobiernos llamados revolucionarios han fomentado la xenofobia en general y la hispanofobia en particular.

P. ¿Qué otras cosas trata de desmitificar en Gatuperio?

R. Mi empeño al publicar este libro es contribuir a la verdad histórica. La intelectualidad mexicana se ha dedicado a estudiar la identidad del mexicano: Octavio Paz, Samuel Ramos, etc. Pero no han tenido en cuenta que no se puede hablar de la identidad de alguien que ignora su pasado y al que le han enseñado una historia falsa desde niño.

P. ¿Así de contundente…?

R. Sí. La historia que se ha enseñado hasta este sexenio abunda en falsedades. Ahora se está modificando hacia la verdad, con la reforma de los libros de texto. Afortunadamente. Sin embargo, durante décadas nos dijeron que los españoles conquistaron México. Y esto es mentira. Simplemente porque México no existía entonces, ni como nación ni como Estado. Existía, sí, el imperio azteca y otras tantas culturas, muchas de ellas sometidas al poder de Tenochtitlán. Por lo tanto, es una falacia afirmar que México sucumbió a las armas de Hernán Cortés.