Armando «El Chino» Guerra

Arcelia Ayup Silveti

Conocí a Armando «El Chino» Guerra en Saltillo, Coahuila, a finales de los noventa. Coincidíamos en algunos grupos de amigos, en reuniones culturales o en restaurantes. Me hacía ilusión verlo porque sabía que la pasaría muy divertida. Su humor ácido era muy peculiar, lleno de ingenio y riqueza cultural. Recuerdo que coincidimos en el Tercer Encuentro Internacional de Poesía Manuel Acuña 2015. Yo di la charla Filosofías de cocina, y él estaba entre el público. Me puse muy nerviosa, y cuando se lo comenté se rio y me alentó. Confieso que se disiparon mis nervios.

El Chino es un referente en la cultura de Coahuila. Fue subdirector administrativo del Fondo de Cultura Económica (FCE) y me contó que trabajó en la Cineteca Nacional de la Ciudad de México (CDMX). Su responsabilidad era ver las películas antes de sus proyecciones para detectar si había escenas inapropiadas. Se divertía muchísimo con esta labor que tanto disfrutaba, y además le pagaban.

Estuvo más de una década en Europa. En Francia coordinaba un área en Petróleos Mexicanos y después fue representante de México en la Comisión Internacional de Aduanas, en Bélgica. Sus amigos de infancia afirman que esperaban que llegara de visita a Saltillo para que les contara sobre sus viajes y a quién había conocido. Les compartía novedades de discos, chocolates, anécdotas, conciertos, libros y fotos.

Coordinó el afamado programa del escritor Juan José Arreola desde la Ciudad de México. En la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), fue titular de Relaciones Públicas y de Extensión Universitaria. Fue también jefe de Difusión Cultural de la universidad; director General de la Red Estatal de Bibliotecas y director del Instituto Coahuilense de Cultura tanto en Saltillo como en el estado. Desde estos espacios, realizó importantes aportaciones en infraestructura, así como en actividades culturales.

En octubre de 2015, tuve la fortuna de presentar su libro Cerca de Saltillo. Textos para Facebook escritos en un iPhone. Lo acompañamos su editor, Jesús de León, y nuestro amicísimo Gerardo Moscoso (qepd). Dicho texto sólo pudo concebirse en una mente alimentada de experiencias, viajes, libros, arte, cultura y un poco de todo lo demás. La breve obra es una muestra del humor ágil, singular, agudo y picante del autor. Él pensaba que alimentaba su Facebook para distraerse un poco, pero en realidad nutría a sus seguidores, nos divertía, nos hacía reír, reflexionar y también pensar cómo puede tener una sola persona tanto ingenio y creatividad.

Además de esta obra, escribió otras sobre aforismos, reflexiones y alcoholismo. En 1992, la Universidad Anglo Hispano Mexicana campus Puebla le otorgó el grado honorífico Magnus Doctor Hispano Honoris Causa. Hizo amigos en las altas esferas literarias y de artistas dentro y fuera de nuestro país.

Sin duda, su trayectoria deja un gran legado para Coahuila. Trascendió el 30 de mayo del presente. Extrañaré sus comentarios escritos, su cariño, su aliciente y sus largas charlas telefónicas domingueras. Ignoraré el siguiente aforismo de su autoría: «Mi temor a la muerte es que haya otra vida y encuentre a la misma gente que conocí».