Armando Pereira1

 

Armando Pereira

 

 

Mi cuerpo

se ha convertido

en un saco de trastos viejos.

 

Hace ruidos

todo el tiempo

cuando lo llevo a caminar

o incluso

cuando lo dejo

arrumbado en un sillón.

 

Hace ruidos

que nadie escucha

que sólo van dirigidos a mí.

 

A veces

no se levanta de la cama.

Pasan días

y él sólo se encorva más y más

como si sólo quisiera volver

a su etapa fetal.

 

He querido

sacarlo a pasear por la colonia

que los vecinos lo vean

que los perros le ladren.

Saber de alguna forma

que mi cuerpo existe todavía.

 

Pero él se acurruca

en un sillón

y cierra los ojos.

 

Mi cuerpo

es un montón de huesos

que hacen ruido

que no quieren a nadie

que sólo quisieran quedarse quietos.

 

Entre mi cuerpo y yo

hay una distancia infinita.

 

No puedo vivir con él

estoy harto de verlo dormir

de hacer ruidos

incesantemente

en el sueño.

 

Quisiera que al fin se quedara callado

sin movimientos

sin ruido

que sus huesos dejaran de chirriar

de intentar esa burda sinfonía

de tornillos y tuercas oxidados.

 

 

El ojo

 

 


Publicado con la autorización del autor.