Armando Pereira
Mi cuerpo
se ha convertido
en un saco de trastos viejos.
Hace ruidos
todo el tiempo
cuando lo llevo a caminar
o incluso
cuando lo dejo
arrumbado en un sillón.
Hace ruidos
que nadie escucha
que sólo van dirigidos a mí.
A veces
no se levanta de la cama.
Pasan días
y él sólo se encorva más y más
como si sólo quisiera volver
a su etapa fetal.
He querido
sacarlo a pasear por la colonia
que los vecinos lo vean
que los perros le ladren.
Saber de alguna forma
que mi cuerpo existe todavía.
Pero él se acurruca
en un sillón
y cierra los ojos.
Mi cuerpo
es un montón de huesos
que hacen ruido
que no quieren a nadie
que sólo quisieran quedarse quietos.
Entre mi cuerpo y yo
hay una distancia infinita.
No puedo vivir con él
estoy harto de verlo dormir
de hacer ruidos
incesantemente
en el sueño.
Quisiera que al fin se quedara callado
sin movimientos
sin ruido
que sus huesos dejaran de chirriar
de intentar esa burda sinfonía
de tornillos y tuercas oxidados.
Publicado con la autorización del autor.