Héctor Eduardo Díaz Guzmán Giadans

 

El ruido en el local

descubre la necesidad de conversar y

seguir unidos compartiendo vida

cobijados al calor que

dejaron los tiempos idos.

 

Entre voces calladas

susurros suaves

deseos no dichos

ahogados en lagunas de tristeza

a fuerza retenidos

sin poder surgir.

 

La soledad como amenaza cotidiana

el espanto diario

al sentir la herida sangrante

de vivir solos

sin piedad, ni compasión.

 

Se buscan

se miran

no preguntan

parecen exigirse

sin gestos

ni voces

en la soledad de su compañía.

 

No hay respuestas

solo silencio, amargura.

 

Saben del dolor que comparten

día tras día

como la taza de café

y la espiral de humo

del cigarrillo

único alivio

en su soledad.