Enrique López Yáñez
1. La rabia
Mi historia se llenaba
de pedazos de perros
que guardaban recelosos
mi intranquila conciencia.
Con breves aullidos
calmaban mi frente,
lamían mis ojos,
contaban la historia.
Pero llegó la rabia
y se esparció como tormenta
y desató su furia
y tiró árboles
y diques.
Y dejó al descubierto
una punzante mirada
llena de burdas falsías
y memorias falaces.
Una patética historia
hecha de pedazos
de perros rabiosos
que muerden mis entrañas
mutilando mi alma.
2. Camposanto
Al inicio del agónico aliento del día,
llego al lodazal en tierra santa convertido,
en pozo de espíritus, en tumba de cenizas,
transmutado por esclavos de su propia locura
al desear ser sabios alquimistas
que en lugar de lograr sueños en oro,
crearon pesadillas, dolor, furiosas muertes.
Me hinco, tomo un puño de tierra,
tiembla mi mano por el cobijo de sus almas.
Sin verlos, con ellos platico;
sin ser creyente, oro con ellos
hasta que el crepúsculo,
por los reflejos de las ventanas anunciado,
ordena retirarme.
Regreso el lodo a su nicho de cenizas
con las manos enfermas de tristeza.
Dejo el recinto.
Es hora de las sombras,
de sus paseos entre celdas y crujías,
de sus presencias en forma de lastimosos murmullos de fantasmas.
Dejo el recinto.
Es hora de la muerte.
3. Siempre tarde
Siempre tarde
para alejarte de los malos sueños,
defenderte de maléficos monstruos,
curar tus dolencias,
expiar tus pecados.
Siempre tarde
para retener el alimento de tus recuerdos,
saciar tu sed de vida robada por los que quieres,
librarte de las cadenas del olvido adheridas a tu piel,
recuperar las sonrisas que llegaste a perder.
Siempre tarde, ya sea
por un extraño destino opuesto a mi llegada,
por una improvisada barrera que me detuvo,
por el pretexto de estar agotado,
por fingir no saber el camino.
Y ahora, de nuevo, tarde.
Con tus ojos semiabiertos y secos
salpicados de explosiones de tristeza
y gritos que brotan desde dentro,
me conformo con susurros al oído
y el ansia de creer que escucho lo que dices,
lo que siempre quisiste decir
ahora, ya tarde.
Muchas felicidades Quique te deseo mucho éxito.
Muchas felicidades Enrique, excelente trabajo poético.
Primo son bellos poemas, y como todo lo tuyo, reflejan la bucolica mente Salvaterrense, tan llena de historias espirituales. Me gustaron mucho
Enrique, otra faceta más. Con gran mensaje. Me gustó más «el camposanto».
Felicidades