Juan Antonio Rosado Zacarías

 

…Internet pone a disposición de todos una memoria incontrolable.

J.P. de Tonnac

 

La información por la información; un dato que nos lleva a otro irrelevante, y éste a otro más irrelevante; la información sin más, arrojada al vacío; el texto expositivo que se despliega sobre un inconmensurable mural alimentado de energía no es, en el fondo, sino el propio caos personificado o, por lo menos, nombrado. Es la falta de control, de selección, de discriminación (en el buen sentido del término), y por tanto, de comprensión, de finalidad expresa y canalizada.

Sin memoria no hay inteligencia, pero el exceso indiscriminado de memoria produce confusión. La cultura, ciertamente, no es otra cosa que una adecuada selección que debe traducirse en experiencia personal y colectiva, que debe transformarse en proyecto y en vida. Para seleccionar, es necesario el criterio que jerarquiza, valora, ordena, controla y, en consecuencia, interpreta. Internet es la única manifestación cultural de locura al alcance de «todos». Constantemente —mucho más que en una biblioteca, en la medida en que cualquier persona puede intervenir en la red— descubrimos contradicciones, posturas disímiles y equivocadas frente a un hecho histórico o literario, una producción interminable de mitos, leyendas, prescripciones, certezas. La esquizofrenia sin más. ¿A quién creer? El Todo se dirige al vacío cuando pierde sus límites. Lo que transgrede sus límites supera los límites y corre el peligro de anularse. Desde un punto de vista filosófico, es lo que —a partir de la razón y no de la fe— ocurriría con un dios todopoderoso. Si lo fuera de verdad, sería capaz de superarse a sí mismo y entonces convertirse en Nada, de ahí que el creyente tenga siempre que seleccionar rasgos particulares; de ahí que se le personifique o nombre (es una manera de controlarlo); de ahí que se erijan estatuas con o sin alcancías, y si van con alcancías, mucho mejor: más personificación de la supuesta divinidad (llámese dios, diosa, virgen o santos) La recomendación más sensata para los creyentes de Internet es la selección y, cuando se desee dar con una certeza, cotejar en la navegación que coincida idéntica en quince o más sitios. De otra manera, podemos caer en errores, como atribuir una cita textual a alguien que jamás la dijo, por poner un ejemplo. Y si un dios ilimitado puede anularse, lo mismo puede sucederle a la memoria, y todo esto nos lleva a una paradoja: el almacenamiento de memoria más vasto y basto que ha creado el animal humano ha producido también la inercia y desmemorización más vastas y bastas. ¿Para qué aprender si todo está «allí»? Máquinas inteligentes, casas y edificios inteligentes, coches inteligentes, teléfonos inteligentes, relojes inteligentes, refrigeradores y aspiradoras inteligentes… y el ser humano cada vez más imbécil.

En suma, se requiere con urgencia una educación especial desde la primaria para acceder y, sobre todo, para manejar Internet sin caer en ingenuidades, inocencias o plagios.