Juan Antonio Rosado Zacarías

 

I. LA EDAD MEDIA Y EL COSMOS

 

El «punto de vista» griego, tanto en arte como en cronología, tiene poco en común con el nuestro, pero fue muy semejante al de la Edad Media.

Marshall McLuhan

 

La aspiración a un orden universal, alimentada por el recuerdo del imperio romano, se superpuso durante toda la Edad Media por encima de una situación incompatible con ella.

José Luis Romero

 

zodiac100webEl Medioevo es el más extenso periodo cultural en Occidente. Abarca unos diez siglos. A pesar de que ocurrieron muchas cosas, e independientemente de las guerras, pestes y los distintos valores que se empleaban para entender la realidad y juzgarla, existieron diversas constantes que hicieron que la gente percibiera el entorno con base en una imagen impuesta del universo. Una de estas constantes es la religión. Su influjo es notorio en todos los aspectos de la cultura. La religión ocupa un lugar central en la concepción del mundo que se tenía. Su influencia hizo que poco a poco se frenara el avance científico en algunos aspectos. La Inquisición cobró la fuerza necesaria para hacer sufrir a quienes contradecían la imagen geocéntrica del Almagesto. No se vio con buenos ojos a Copérnico, y Galileo fue demasiado inteligente como para darles por su lado a sus contemporáneos y continuar con sus investigaciones en el ámbito privado. Bertolt Brecht, en su obra teatral Galileo, nos muestra a uno de los discípulos de este pensador que le reprocha a su maestro: «Maldita la tierra que no tiene héroes» después de que el maestro se hubo retractado ante la Inquisición. Nos muestra también a un Galileo que responde: «No, maldita la tierra que necesita héroes». Poner en duda el orden cosmológico era también alterar el orden socio-político. La imagen que existía en tiempo de este astrónomo era todavía, en muchos aspectos, la imagen medieval. Nietzsche, en su Aurora, afirma:

las empresas peligrosas son mucho más raras en la época moderna que en la antigüedad y en la Edad Media, probablemente porque en la época moderna no se cree en los signos, en los oráculos, en las constelaciones ni en los adivinos. Es decir, nosotros ya no somos capaces de creer en un futuro que nos está reservado, como creían los antiguos, quienes, al contrario de nosotros, eran mucho menos escépticos respecto a lo que sucede que respecto a lo que es.

En la Edad Media existía un cosmos tan cerrado que no cabía el escepticismo. En su ensayo «Iglesia y “cristiandad”», Pierre Griolet nos recuerda que en la Edad Media europea, «La Iglesia está omnipresente en las ideologías del saber y del orden». ¿Qué hizo Copérnico? ¿Qué hizo Galileo? Pusieron en duda un sistema entero; empezaron a des-ordenar, derrumbar las bases que sostenían la imagen del universo. Utilizo el término «cerrado» —al que Umberto Eco se refiere para caracterizar a la obra de arte unívoca— para aludir a la esencia del cosmos general medieval. «Cosmos» significa un todo ordenado, y este orden, en el Medioevo, era tan estrictamente jerarquizado que en el universo constituía una unidad cerrada, perfecta. Como ya se dijo, no admitía escepticismos. Al trasladar la idea anterior al arte, Eco afirma: «Esta poética de lo unívoco y de lo necesario supone un cosmos ordenado, una jerarquía de entes y de leyes». Desde que la imagen cósmica medieval se rompió, muchas cosas dejaron de ser ciertas. Se comenzó a perder la fe en las estrellas y en el espacio; es decir, el universo se fue abriendo tanto que, de forma paulatina, el ser occidental fue perdiendo de vista a su Dios y a la religión, hasta caer en el racionalismo que caracterizó, en gran medida, al siglo XVIII. El Medioevo europeo no tenía los problemas que acarrea la diversidad, pues en aquel entonces se creía ciegamente en ese cosmos ordenado. Deyermond sostiene que dicha concepción del mundo obedeció a una «jerarquización orgánicamente elaborada de armonías y correspondencias».

Sin embargo, hay que insistir en que el mundo antiguo (con el matiz importante de la cristiandad) continúa a lo largo de la Edad Media. En cuestiones políticas, como bien afirma Dostoievsky, el catolicismo no es más que una continuación del Imperio Romano de Occidente. En cuestiones que atañen más al arte y a la ciencia, Deyermond explica que «la concepción geográfica del mundo en la Edad Media proviene de las ciencias y exploraciones de los griegos tal como habían sido interpretadas por los escritores latinos (proceso que, naturalmente, deformó aquéllas)». José Luis Romero afirma: «acaso el más significativo punto de coincidencia de la tradición romana y la cristiana sea la conciencia de un orden universal: el individuo, cualesquiera sean sus determinaciones circunstanciales, se inserta en un sistema universal». Lo anterior es fundamental, ya que ese orden, así como la astrología (como se verá más adelante) y otros aspectos, provienen de la antigüedad. Es necesario comprender que el «punto de vista» griego es semejante al medieval. El influjo de los mundos antiguo y árabe fue básico en todas las ramas del conocimiento, incluida la filosofía, que, sin embargo, en la antigüedad abarcaba todo. No es necesario profundizar en el hecho de que la teología haya sido la disciplina esencial dentro del campo del conocimiento en la Edad Media, y en que la filosofía haya sido tan sólo su «sierva».

Todo giraba con gran orden alrededor del centro de la creación. En la etapa medieval, como afirma Dilthey, incluso persisten características de la magia y de la religiosidad primitiva. Es entonces la misa un culto mágico (efectuado en un templo) en el que Dios, es decir, la trascendencia en el altar, está separado del lugar reservado a los fieles. Dilthey afirma que «por medio de las acciones mágicas del culto se vierte el mundo trascendente sobre el altar y desde él sobre los creyentes». Este es un claro ejemplo de la nueva manera en que la magia se manifestaba durante el Medioevo, y cuyas raíces más profundas se hallan en los cultos de la antigüedad.

Para concluir esta primera parte y apoyar más la idea de que el mundo antiguo se encontraba aún presente en la época medieval, citaré estas palabras que Alfonso X, «el Sabio» apuntó luego de haberse referido a la constelación Osa Mayor. El rey alude a los antiguos y dice: «Et qui esto quisiere saber ciertamientre pugne de leer los libros de los sabios antiguos et ahí lo fallará; ca y mostraron ellos las naturas de las cosas, et descobrieron las poridades dellas a los entendudos et amadores de saber…».

II. LA ASTROLOGÍA

Descubrimientos en el mundo antiguo

1531Hace cuatro mil años, en Mesopotamia, se llevaron registros astronómicos con gran precisión. De todas las conclusiones que los antiguos astrónomos sacaron sobre estrellas y planetas, nació el afán de predecir el futuro mediante la lectura de los astros. Los astrólogos necesitaban conocer la posición de los planetas en determinadas fechas. Lo anterior requería minuciosa observación y conservación de registros. Como los planetas influían en el destino de los humanos, era necesario conocerlos con profundidad. Si algún monarca planeaba lanzar un ataque sobre un estado vecino, consultaba al astrólogo; si éste le aseguraba que la posición de Marte era desfavorable, el rey podía seguir el consejo y aplazar el ataque hasta que las perspectivas mejoraran. Los astrólogos fueron cobrando fuerza política y económica. En Babilonia, 1000 años a. de n.e., su importancia se incrementó en alto grado.

Los griegos avanzaron en la contemplación del cielo. Ellos desecharon la idea de que la Tierra era plana. Razonaron que debía ser redonda debido a la sombra que proyecta en la luna, y a la manera en que las embarcaciones parecían hundirse en la lejanía del mar. Los griegos se apoyaron en la lógica y en su percepción, pero luego aplicaron la matemática a las observaciones de los movimientos celestes. Diseñaron muchos modelos para explicar el sistema del universo, la mayoría de los cuales sostenía que tanto los planetas como el sol, la luna y las estrellas no caían porque se lo impedían unas esferas invisibles que giraban y los conducían alrededor de la Tierra, a distintas velocidades. Posteriormente, se añadieron esferas secundarias. En el siglo IV a. de n.e., Eudoxo de Cnido utilizó 27 esferas, y varios sucesores hasta 57. Eudoxo explicaba los movimientos de los cuerpos celestes, sin importar sus tamaños, mediante la combinación de los movimientos de las esferas. No obstante, dicha teoría dejaba sin explicar las causas que hacían a los planetas palidecer o aumentar su brillo. Fue después cuando se explicó que los planetas giraban en círculos pequeños, a la vez que describían órbitas alrededor de la Tierra: así se «demostró» que un planeta podía estar cerca del nuestro cuando brillaba, o lejos cuando palidecía. En 275 a. de n.e., Aristarco de Samos, cuya proposición nunca fue aceptada, dijo que el sol (y no la Tierra) era el centro de los movimientos planetarios. Eratóstenes calculó el tamaño de la Tierra y obtuvo un resultado casi acertado.

La astrología

Zigurat

Zigurat. Dibujo de Eduardo B. Rosado Z. (1995)

El nacimiento de la astrología se dio en las civilizaciones de las tierras de Mesopotamia. Nació como una técnica religiosa, algo así como un modo de relacionarse con los dioses, a los que se identificaba con los astros. En esta región se construyó el Zigurat, torre cuya cúspide, pintada del color del sol, servía como observatorio. Las observaciones de los astros hicieron pensar a los antiguos sabios que éstos influían en el futuro de los individuos y de los países. Por ejemplo, si la luna que contemplaban desde el Zigurat aparecía con igual aspecto los días 1 y 28, era mal agüero para la región occidental del país. Los astrólogos ejercieron mucha influencia en los monarcas, pues también empleaban su ciencia para predecir su futuro.

Poco a poco, la astrología pasó a muchas civilizaciones: los asirios, caldeos, sumerios y babilonios construyeron las bases para el estudio metódico del universo. Los caldeos idearon los primeros métodos para conocer a la gente mediante los astros. Así la realización del horóscopo adquirió rápida difusión. Tanto caldeos como egipcios, luego de gran cantidad de observaciones, concluyeron que el destino de alguien podía apoyarse en el conocimiento de la constelación con la que coincidía en el momento de su nacimiento. Muchas predicciones interesantes se hicieron gracias a los signos del zodiaco. La palabra deriva del griego y significa «criatura pequeña», ya que muchas constelaciones llevaban (y llevan) el nombre de algún animal. El zodiaco representa la franja imaginaria que recorren el sol y los planetas en el cielo. Es necesario recordar que la astrología nació en un mundo donde la Tierra era el centro del universo.

El zodiaco se divide en doce partes iguales que se cierran en círculo. Los griegos, dicho sea de paso, admiraban lossagitario círculos y los consideraban formas nobles que llegaron a usar en astronomía. Cada parte del zodiaco es un signo, y cada signo representa la constelación cerca de la cual el sol pasa en la respectiva época del año. Los planetas también poseían poderes especiales sobre los signos. Cada uno de estos signos podía llevar a distintas interpretaciones; por ejemplo, si aludimos a SAGITARIO, en las concepciones orientales, los nacidos bajo este signo pueden llegar a ser arqueros o alcanzar dignidad real; en las concepciones griegas, los nacidos bajo este signo pueden llegar a ser hábiles médicos, educadores de héroes o adivinos.

Los antiguos astrólogos contaron a partir de la posición aparente del sol al inicio de la primavera, en el hemisferio norte. Dividieron el zodiaco, como ya se dijo, en doce partes, aunque parece que hubo una época en que sólo eran once signos, debido a la inexistencia de Libra, cuyas estrellas formaban parte de Escorpión.

Claudio Ptolomeo

Llamado por muchos (entre otros, por Bernal) «el último gran astrónomo de la antigüedad», Ptolomeo vivió en Egipto en el siglo II de nuestra era. Obtuvo tal importancia que durante la Edad Media se conoció y estudió su principal trabajo: el Almagesto, traducido por los árabes. La palabra significa «El más grande». En este trabajo, Ptolomeo recogió las ideas de muchos astrónomos anteriores. Con el tiempo, como ya se ha dicho, adquirió la fuerza de un dogma religioso que no podía ser discutido sin peligro de caer en herejía.

El Almagesto consta de trece libros donde se desarrolla y demuestra el sistema geocéntrico que prevaleció hasta el Renacimiento. El mismo Ptolomeo afirma que gran parte de su contenido se deriva de los conceptos de Hiparco de Micea. Los dos primeros libros se refieren a la Tierra, considerada esférica y con una circunferencia de 180,000 estadios (más o menos 30,000 km.). Se habla también de los cielos (esféricos) que giran alrededor de la Tierra, que se halla fija en el centro del universo. El tercero y el cuarto libros se refieren al sol y a la luna; el quinto, al astrolabio; el sexto, a los eclipses; el séptimo y el octavo contienen un catálogo de 1022 estrellas; los últimos cinco tratan de los planetas.

almagestoarabe2En la Europa medieval casi la única información astronómica existía en el Almagesto. Gran parte de los trabajos griegos, como el de Aristarco, no fueron apreciados hasta tiempos relativamente modernos. En más de 1000 años no se produjo nada de importancia en materia astronómica. Aun cuando la ciencia europea empezó a cobrar ánimos, el Almagesto seguía siendo el libro más importante en estos asuntos.

Hubo, sin embargo, sabios que contribuyeron a la continuación de todas estas ideas. Roberto Grosseteste (1175-1253), maestro de Roger Bacon, ideó un universo con nueve esferas celestes. Había cuatro que correspondían a los cuatro elementos. Asimismo, hay que recordar que los árabes llevaron adelante la tradición griega: ellos tradujeron el Almagesto, que Gerardo de Cremona traduciría del árabe en 1175. El estudio de estas obras, aunado al de las tablas de las observaciones árabes, fue posible, en gran medida, gracias a Alfonso X. Lo anterior posibilitó la continuación de la astronomía helénica durante la cristiandad.

 

III. LA ASTROLOGÍA EN LA EDAD MEDIA

Introducción

En el Medioevo, la astrología se enseñaba en las universidades como cualquier ciencia. La visión geocéntrica constituía una parte fundamental de la realidad. Los planetas y el sol, como giraban alrededor del centro del universo, es decir, de los seres humanos, de alguna manera influían en la vida, la salud y el destino de éstos. La astrología, que permaneció como una constante, dejó de tener validez científica cuando se descubrió que el sol es el centro del universo. Durante muchos siglos, fue motivo de estudio para los sabios. Raimundo Lulio, por ejemplo, era experto en esta disciplina.

los_4_elementosEn el siglo XIII, cobraron auge tanto la astrología como la alquimia. Se continuó la idea de antiguos filósofos griegos de que todo se componía de los cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra. El individuo estaba constituido por una particular mezcla de dichos elementos. La posición del sol y de los planetas en el momento del nacimiento influía en la mezcla o temperamento. Conociéndolo, podía juzgarse qué era necesario realizar para que cierta persona tuviera éxito.

Alfonso X y la astrología

De todas las personalidades del siglo XIII, Alfonso, «el sabio», demostró un interés muy vivo por mandar traducir obras del árabe y de otras lenguas sobre distintos temas, así como por escribir sobre éstos. El rey Alfonso heredó el trono de Castilla y León a los 30 años (1252). Tuvo gran afecto por la alquimia y durante muchos años, estando en Toledo, se dedicó a contemplar las estrellas. De su producción científica son importantes los Libros del saber de astronomía, pero también mandó traducir del árabe el Picatrix en 1256, considerada por muchos la obra sobre magia astrológica más destacada en la Edad Media. Los Libros del saber de astronomía fueron poco conocidos en la época del rey. Son quince tratados; el primero, un catálogo de estrellas que a su vez se refiere a los instrumentos empleados y a su construcción. Se realiza un estudio completo del calendario y de la astronomía en las Taulas alfonsíes, cuyos cálculos se efectuaron en el observatorio que el rey mandó construir en el Castillo de San Servando, en Toledo.

En estos tratados, en la parte llamada «Alcora», se nos informa que, si bien el movimiento del cielo es redondo e igual, éste se diversifica sobre las villas según su localización en la Tierra. Posteriormente, en las Taulas alfonsíes, el rey sabio nos aclara que la ciencia de la astrología es cosa que no puede averiguarse sino por rectificaciones. La vida humana —resalta la idea— es corta como para llevar a cabo todas las rectificaciones, ya que existen movimientos tardíos que cumplen la circunferencia en millares de años. Esto explica por qué las rectificaciones son obra de muchos hombres en muchos años.

La astrología y su influencia en la medicina

Uno de los principales motivos de que la astrología se haya enseñado en las universidades durante tanto tiempo fue su utilidad para los médicos. Ellos tenían que escoger la época en que las estrellas eran favorables para el paciente a fin de proporcionarle un tratamiento médico. Medicina y astrología se confundían en una ciencia única.

Antes de continuar con el tema de las estrellas y los planetas, es necesario tener presente que en la Edad Media, como se dijo en la primera parte, existía un orden tan jerarquizado que la correspondencia entre macrocosmos y microcosmos tenía distintos aspectos. Uno es precisamente la correspondencia que se les daba a los cuatro humores. Francisco Rico, en El pequeño mundo del hombre, expone que estos cuatro temperamentos correlativos no son «sino la versión en el hombre de los cuatro elementos». El siguiente cuadro fue tomado por Rico de El non plus ultra del lunario…, de Jerónimo Cortés (1638).

4 cualidades Caliente y húmeda Caliente y seca Fría y húmeda Fría y seca
4 elementos Aire Fuego Agua Tierra
4 partes del mundo Mediodía Occidente Oriente Septentrión
4 vientos Meridiano Poniente Levante Tremontana
4 partes del año Primavera Estío Invierno Otoño
4 humores Sangre Cólera Flegma Melancolía
4 edades del hombre Niñez Juventud Vejez Decrepitud
Calidad de los doce signos del zodiaco Géminis

Libra

Acuario

Aries

Leo

Sagitario

Cáncer

Escorpión

Piscis

Tauro

Virgo

Capricornio

 

Para continuar con la idea de la correspondencia entre macrocosmos y microcosmos, se comparaba:

MACROCOSMOS MICROCOSMOS
Cielo: sol y luna Ser humano: dos ojos para alumbrarse
La luna mengua Enfermedad
La luna crece Salud
Sol Preside el corazón y el costado derecho
Luna Cerebro. Todos los humores. Costado izquierdo. Estómago.
Saturno Melancolía. Preside también el bazo

(en inglés: spleen, término que en esa lengua será utilizado por diversos poetas)

Júpiter Cólera. Preside también el semen, la sangre, el hígado, los pulmones y las extremidades.
Marte Cólera. Sangre, testículos.
Venus Cuello y abdomen.
Doce signos del zodiaco Doce costillas
Yerbas que nacen en la tierra Cabellos
Piedras Huesos

 

Juan de Aviñón (ca. 1400) recuerda:

MACROCOSMOS MICROCOSMOS
365 días del año 365 nervios, huesos y venas
Mundo terrenal Hígado: virtud natural
Mundo espiritual Cabeza: sesos espirituales
Mundo celestial Corazón: virtud vital

 

Torres Villarroel (ca. 1700):

MACROCOSMOS MICROCOSMOS
Superficie de la Tierra Tegumento o pellejo

 

Sabuco (1587):

MACROCOSMOS MICROCOSMOS
Los vapores de la tierra y del mar suben y caen en forma de agua cuando llueve. Suben los vapores del estómago y cerebro, y éstos causan el sueño.

Rico sostiene que, en la medida en que el zodiaco cambiaba, cambiaban también las enfermedades y los remedios. Juan de Aviñón, citado en la ya mencionada obra de Francisco Rico, explica que sin el conocimiento de las estrellas es imposible curar enfermedad alguna. Tres siglos después, Diego de Torres Villarroel, en Las brujas del campo de Barahoma (1731), apunta: «para sanar al doliente, lo que importa es conocer la condición de los años, el ceño de las estaciones, la actitud del sol, la fuerza de la luna, el ímpetu de los planetas, el rigor del aire, la disposición de la Tierra y el humoral y el proprio temperamento de los sujetos». Es interesante que, cuando Villarroel escribió aquello, ya la concepción ptolomeica había pasado. Sin embargo, rasgos medievales como éste prosiguieron todavía durante algún tiempo.

En el siglo XIII no pocos autores creían realmente en la astrología y las supersticiones. Los planetas y las constelaciones causaban influjo sobre el cuerpo, y la patología diagnosticaba basándose en el examen de sangre, orina y heces. La terapéutica constantemente consistía en sangrías, purgantes, vejigatorios, etc. Como ya se ha dicho, la medicina se basaba en la doctrina de los humores. La magia también desempeñaba un importante papel, y muchos médicos adoptaron de ella su aspecto más eficaz: la sugestión. Es natural que el exorcismo llegara a formar parte de la práctica terapéutica, ya que en determinadas épocas la impotencia sexual, la pérdida de la memoria y otros males se atribuían a posesiones diabólicas.

Durante los siglos anteriores al XVII, la escrófula fue muy común. En Inglaterra se le llamó «demonio del rey». Para curarla, se recurría al «tocamiento real», es decir, se creía que podía curarse si el rey o reina tocaba al enfermo. Se trata de un claro ejemplo de superstición que se mantuvo hasta el principio de la llamada era moderna. Dicha costumbre se remonta al año 496 en Francia. Según Tomás de Aquino, el rey Clodoveo, por sugerencia de un ángel, puso sus manos en el cuello de un paje enfermo mientras pronunciaba la fórmula «yo te toco, Dios te cura». El paje sanó. Esta fórmula fue después usada por todos los reyes de Francia. En Inglaterra, la práctica del tocamiento fue iniciada por Eduardo el Confesor, quien reinó de 1042 a 1066.

En El lapidario, Alfonso X (tomando sus palabras de la traducción de textos del musulmán Abolaya) se refiere a las virtudes de las piedras y de la influencia de las estrellas en éstas. Cada signo del zodiaco posee determinado número de grados, y cada grado, una piedra. Había piedras que, por influjo de las estrellas, eran capaces de curar enfermedades. El coral, por ejemplo, recibía la influencia de dos estrellas de la constelación Tauro. Se afirmaba que esta piedra, molida en vino, ayudaba a quienes escupían sangre y a quienes no podían orinar. Eran entonces las estrellas no sólo las causantes del destino, salud o éxito, sino también auxiliadoras en la cura de enfermedades.

 

CONCLUSIONES

Todo lo que se ha expresado aquí es una muestra de aquel orden universal en que creía el Medioevo. Como se afirmó en la primera parte, alterar ese orden era alterar todos los órdenes, tanto del macrocosmos como del microcosmos; incluso, el orden sociopolítico. Hasta cierto punto, muchas personas del siglo XX y del XXI han sido incapaces de reconocer la importancia y el riesgo que las empresas de Copérnico y Galileo representaban, aunque para el primero el universo continuó siendo finito, con sus estrellas fijas, su Commentariolus —muy poco conocido en su época— no dejaba de ser un riesgo peligroso. A lo largo de su vida cultural, el ser humano se ha preguntado el porqué de las cosas. Gracias a esa interrogante ha podido descubrir soluciones, aunque éstas hayan sido muchas veces erróneas (¿acaso por haber sido mal formuladas las preguntas?). Lo cierto es que la ruptura que produjo la llamada «era moderna» fue el fin de lo que se pensaba como «correcto». A partir de entonces, las preguntas han surgido con un ímpetu tal que mucho de lo que se estaba seguro en la Edad Media, en nuestro siglo no sólo ya no se está, sino que han podido surgir soluciones. La ruptura entre ciencias y arte, y todo el cúmulo de nuevos conocimientos, ha hecho de los siglos XIX, XX y lo que va del XXI una época más individualista que la Edad Media. La especialización sobre uno o varios temas del conocimiento —y no sobre el conocimiento minucioso de todos los campos del saber (que, por otro lado, sería imposible)— sigue siendo lo que posee validez. Por ello, físicos y botánicos de la época de Goethe criticaron a este sabio cuando, sin profundizar ni actualizarse en las cada vez más especializadas ciencias, escribió sobre plantas, piedras u óptica. Ahora sería imposible aquel «hombre universal» de la Edad Media o de la antigüedad.

 

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