Juan Antonio Rosado
Acaso una característica de toda novela corta sea la intensidad que, desde el inicio hasta el desenlace, no cesa dada su cualidad de atrapar al lector por el planteamiento de la situación inicial y el desarrollo del argumento en una trama adecuada. Lo anterior ocurre con la novela de Arcelia Ayup Silveti titulada Dos vidas (Editorial Praxis, 2020), cuya primera frase —«Un día, sin más, empiezo a vivir contigo en sesiones de yogadictos, en el aquí y ahora: sin mañana, ni lápidas»— alude a un presente puro, sin importar el futuro, en que el goce de una relación «ilegítima» o «adúltera» se sobrepone a las convenciones sociales cuando se acepta que «la vida es como ese juego en el que todos tenemos varias identidades».
Cada individuo, según la postura de Antonio, el amante de Laura, posee «su propio eje, un centro de poder que nos transforma en nosotros mismos, sin máscaras» y nos hace descubrir que lo importante es lo que se vive y genera circunstancias para llegar a nuestro propio eje. No obstante, un aspecto clave es que no se trata de la trillada triangulación del deseo entre gente joven e impetuosa —aquí ni siquiera hay triangulación como tal, sino dos ausentes presentes en retrospecciones o reflexiones ajenas a la inseguridad del miedo—; más bien brota el amor y el erotismo, fuera del lugar común, entre un hombre de 63 años y una mujer de 72, cuyos relojes biológicos y sicológicos, pese a la edad, mantienen su vitalidad y la energía requerida para una relación tan intensa como profunda en su madurez y emociones.
Para Laura, la narradora protagonista, Antonio es alguien a quien vuelve a descubrir porque ya lo «conocía», porque quizá pernoctaba en su inconsciente y de súbito se materializó como un ser dual: brillante y tonto al mismo tiempo. En otras palabras, la narradora ya se había enamorado de la idea antes de que ella se concretara en un ser de carne y hueso, lo que obedece a una posición idealista. La comparación, o más bien el contraste con el esposo muerto no podía esperar: «Quizá me atrajo su personalidad contraria a la que tenía mi marido, un animal de costumbres montado en sus miedos y rutinas». En esta relación que se pretende sana, resultan irrelevantes la edad de la piel y los paseos por otros espacios o tiempos. Cuando la viuda conoció a Antonio y a la mujer de él, los percibió como una pareja atada al hastío, mientras que Laura se percibió a sí misma como alguien que fue vulnerable, estéril y solitaria, alguien a quien le hubiera encantado tener un hijo.
En sus ocho capítulos, no nos quedamos con el breve, pero intenso idilio y aventura entre Antonio y Laura; también nos asomamos a lo que ocurre con Lila, hermana de Laura, en un pasado remoto; con Óscar a causa de un malentendido de la cuestionable justicia mexicana; con Raúl y con el hijo de Antonio, aunque esta última historia no se desarrolla porque ocurre en medio de los adioses. Como obra intimista que profundiza en la sicología de Laura, nos enfrentamos a un verdadero retrato de este personaje hasta cierto punto heroico, dado que su edad no le impide ni la curiosidad, ni el seguimiento de sus sueños, ni mucho menos aventurarse en algo novedoso, sin importar el mañana. Fluida y clara, sin experimentación alguna, con imágenes a menudo nítidas, la novela se sumerge en los vericuetos de una mente sencilla en su complejidad, pero también en una relación atípica cuyo poder transformante se evidencia en ambas vidas, sobre todo si pensamos en una sociedad machista, atiborrada aún de celos y envidias, esas discapacidades que persisten y se rehúsan a morir.
El título posee varios sentidos: se trata de las dos vidas centrales, la de Antonio y la de Laura, así como de las vidas de los distintos dúos que conforman la novela: Antonio y su esposa, Antonio y su hijo, Laura y su amigo homosexual… pero también se refiere a las dos vidas que por un lapso intentó llevar Antonio, y a las dos vidas —la del pasado y la del presente— de la propia Laura. Todos estos pares de vidas se unen, se entremezclan, se separan, pero están allí, en la realidad o en la imaginación, y caminan paralelos, dialogan o monologan. Sin embargo, más allá de todo esto, el planteamiento de la narración es que a una mujer le pertenece su propia vida sin importar la edad o los recursos económicos. La única verdad para Laura, con o sin pareja, es que la vida es «aquí y ahora».
Excelente comadre se denota que esta súper interesante . Felicidades. Un abrazo
Wow me encantó su forma de narrar y
La verdad muy interesante hermosa amiga ???? como siempre excelente tu trabajo te felicito de corazón ♥ ?
Felicidades prima!!! Un abrazo con el alma
Felicidades mi querida Arcelia, tus letras siempre me atrapan.
Gran reseña de Juan Antonio Rosado.
En dónde puedo adquirir un ejemplar? Estoy en la Cd. de México.